Cada vez más, en las organizaciones existen empleados que un día salieron y vuelven. Estos empleados que salieron de la organización en cierto momento pueden volver y de hecho hay un porcentaje que vuelve de una forma u otra.
Y eso es bueno.
Que un empleado a quien valoramos se vaya es algo que pasa y pasará. Hay que aceptarlo y dejarle ir con la mejor de las sensaciones. Que se lleve un buen recuerdo y que nos mantenga en su memoria.
Los empleados que vuelven son una excelente fuente de talento, un profesional al que incorporar a una cultura que ya conoce, al que no hay que socializar y al que muchos ya conocen.
Pero también son una nueva fuente de ideas y un aire nuevo.
Dejemos que se vayan y hagámoslo en las mejores condiciones para que algún día valoren volver. Estructurar el proceso de salida es muy poco habitual y pocos piensan en ello porque piensan que no vale la pena invertir en alguien que no volverán a ver.
El esfuerzo vale la pena, ¡mantén la puerta abierta!